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E S P A R T A C O
Un film de Stanley Kubrick
Era un día lluvioso y desapacible, no tenía ninguna intención de ir al cine, pero sin saber cuales fueron los motivos, mis pasos me llevaron aquella mañana al Real Cinema de Madrid, en plena Plaza de la Opera y de la manera mas natural, la oscuridad de la sala se adueñó de mi, sentado cómodamente, dejando a un lado los libros del Instituto. El silencio mas absoluto me envolvió y me dejé volar viendo la película. Por supuesto sabía el título, y también que era de "romanos"......Pero nada mas lejos de la realidad, cuando ví las primeras imágenes, sentí una placentera sensación. Mis ojos de cinefilo se centraban en el perfecto colorido, en la pantalla enorme, en la maestría de Stanley Kubrick...y ahí comenzó una aventura cinematográfica llamada SPARTACUS. La sensación fué caótica y se hacía grande cada vez que transcurría el metraje del film, sin apenas darme tiempo a reaccionar. Estaba descubriendo no solo la labor de dirección de un maestro, sino la presencia de un actor: LAURENCE OLIVIER y al que desde aquel desapacible y lluvioso día, como otros grandes nombres, ha venido acompañándome a lo largo de este mundo de magia y sueños, que es el Séptimo Arte. Siempre tuve respeto sobre la labor de los actores, de esas figuras que dejan huella, la mayoría de las veces, son clave para que la mente se llene de luz al recordar un film. Ese día descubrí el carisma, la solidez y la profesionalidad de Olivier, debo reconocer que Laurence Olivier en su interpretación de Marcus Licinius Crassus, eclipsó por completo a todos y fué el culpable de mi interés por conocer Londres, y conseguir verle sobre un un escenario.... Meses después disfruté en la recreación que hizo de James Tyrone, en un teatro del West End londinense, con la obra "LARGO VIAJE HACIA LA NOCHE". Por muchos años que pasen, jamás olvidaré aquel momento.
Antes de entrar a escribir sobre esta obra, quiero expresar mi admiración por el film y por algunos de sus mas destacados actores, como: Peter Ustinov en su magistral papel de Lentulus Batiatus, Charles Laughton en un memorable Sempronius Gracchus y Laurence Olivier... ellos forman el tríptico de actores ingleses dignos de admirar. Su director Stanley Kubrick ofrece toda una lección de como debe realizarse un film donde la palabra "libertad" cubre todo el crepúsculo.
La recomiendo a todos los amantes de los grandes clásicos...
!!!QUE GRANDE ES EL CINE...QUE GRANDE!!!.
Me rindo ante uno de
los films de Kubrick mas personales y con mas calidad de cuantos ha dirigido. No
obstante solo con tener presente tres grandes del cine y el teatro inglés: guión
de Dalton Trumbo, rescatado de la lista negra de Hollywood, la fotografía de
Russell Metty, son ingredientes mas que suficientes para adentrarnos en la mas
valiente, épica, histórica y aleccionadora lucha que lleva a cabo un simple
esclavo llamado Spartacus, haciendo levantar de su alfombra de oro a la
mismísima Roma y siendo líder indiscutible y ejemplo histórico por excelencia de
un revolucionario. Después de rodar dos obras maestras como "Atraco Perfecto" y
"Senderos de gloria", fué llamado por Kirk Douglas, productor ejecutivo
del film, para reemplazar a Anthony Mann, magnífico director, autor de las
escenas que transcurren en el campamento de los gladiadores, y que debido a las
desavenencias con Douglas tuvo que abandonar el rodaje. El joven director acudió
a la llamada y aunque no se trate de una obra personal, demuestra su
extraordinaria capacidad narrativa, que viaja mas allá del mismo producto,
apoyado por el espléndido texto de Trumbo, basadose en una novela de Howard Fast
y que detalla con maestría la vida en libertad, la destrucción de cadenas, los
sentimientos humanos, el ansia de poder, la deshumanización de una época y la
forma en que se puede organizar los estados de un Imperio, sin tener en cuenta
los ideales políticos de quienes lo promueven. De esta forma la unión de
Kubrick, Trumbo y Fast ofrecen al espectador la oportunidad única de enriquecer
la mente y hacer un viaje maravilloso a través de la historia...
La mítica película de "Espartaco" fue
el gran impulso que tuvo Stanley Kubrick para convertirse en un director
reconocido, a pesar de que es su película menos personal. Espartaco sin embargo
no estuvo nominada a mejor película, ni director, ni guión aunque fue más como
venganza política de la Liga de actividades antiamericanas por contar con Dalton
Trumbo, guionista perteneciente al Partido Comunista. Un buen montaje, a
destacar la alternancia entre la arenga a sus respectivas tropas de Espartaco y
Marcus Licinius Crassus, la música de Alex North...Los aspectos técnicos son de
lo mejor, unos vestuarios portentosos, decorados tan buenos que parecen reales y
un color de los mejores que recuerdo. El guión está basado en un libro de Howard
Fast que empezó el guión pero fue destituido por Dalton Trumbo y este a su vez
fue ninguneado en bastantes escenas escritas por un comité ejecutivo e incluso
por algunos actores como Ustinov que escribió sus propios diálogos y los de
Laughton. Stanley Kubrick años después no se sentía muy satisfecho de la
película, más que por el resultado final, magnífico por otra parte, que por su
egocentrismo....puesto que reconocieron los meritos a otros. La película se
convirtió en un nido de víboras y todos acabaron discutiendo con casi todos,
Kirk Douglas auténtico valedor de Kubrick acabaron por no hablarse y sus
relaciones nunca mejoraron. Al pobre Anthony Mann que empezó el rodaje y dirigió
por cierto las magníficas secuencias con las que arranca la película, las que
Kubrick quiso suprimir. Por no hablar de las desavenencias entre
Olivier-Laughton-Ustinov. En cuanto al reparto total, es uno de los mas
completos de la historia del cine... Peter Ustinov consiguió el Oscar a mejor
actor secundario, aunque su personaje tiene más de caricatura, y de hombre malo
que se vuelve bueno. Charles Laughton magistral como siempre y muy apropiado en
su papel de senador republicano contrario a las dictaduras. La belleza de Jean
Simmoms destaca sobremanera en la película por su enorme belleza, obviando que
habla un británico clásico, lo cual no resulta creíble en una esclava en la
antigua Roma. Tony Curtis, un actor muy mal parado por los críticos no destaca,
parece desvaído, como si no fuera nada con él... Y Kirk Douglas a pesar de que
no es su mejor interpretación, resuelve su papel con dignidad.
El argumento a pesar de la rebelión de los esclavos, no debe ser
interpretado en clave marxista ya que el propio Trumbo se opuso siempre a ello.
Por otro parte desde el punto de vista histórico tiene algunas inexactitudes, Espartaco no nació esclavo sino que fue un desertor del Ejército romano
que una vez capturado fue vendido como gladiador, pero lo más significativo es
que derrotó a los primeros ejércitos romanos y encontrándose fuera de Italia, en los Alpes, decidieron volver a
internarse para capturar más botín, esto es muy importante ya que en la película
se les muestra como que no pueden huir de Italia y los romanos les persiguen
cuando en la realidad fue la avaricia de los esclavos lo que precipitó su final, bien es cierto sin la
aprobación del propio Espartaco que recomendó la disolución de su ejército en
ese momento sin suerte. Puntualizo esto porque es verdad que en muchas ocasiones el cine norteamericano ha
sido excesivamente duro con Roma, quizá por tratarse de una civilización
mediterránea y latina a la que muchos anglosajones desprecian,
el propio Kubrick no sentía interés alguno por el mundo romano, cosa que a Laurence
Olivier le indignaba, pues era un apasionado de los clásicos ya fueron
británicos o grecolatinos.
El egocentrismo de todo el clan Douglas
hoy en día es tan notorio que sus mismos componentes forman una especie de
"Sinatra Ligth", en la que ellos mismos se buscan los guiones, los productores y
los actores que puedan o nó formar parte de sus proyectos. En este sentido el
Patriarca de la familia; Kirk Douglas ya en aquellos años marcó la ruta a seguir
y buscaba afanosamente, y para ello empleó todas las tácticas inimaginables para
hacerse con el papel de Ben-Hur, pero William Wyler optó por darle el papel de
Mesala, pues para Ben-Hur tenía muy claro quien interpretaría el emblemático
papel, ante la realidad de ser una participación secundaria, Kirk negó el
ofrecimiento y se puso manos a la obra para llevar al cine la novela de Howard
Fast,. pero no contento con esto, quiso que Dalton Trumbo fuera el guionista y
que los mejores nombres del momento hicieran coro. Fué su una venganza hacia el
maestro Wyler y consiguió levantarlo aunque sus orígenes los sustenta el mas
claro egocentrismo. El resultado con la dirección de Kubrick fué todo un acierto
y una obra, aunque no personal del director, si una de las mas grandes
filmaciones sobre la libertad del ser humano, y el comienzo de una caída de un
Imperio que parecía no tener fín. Las escenas de amor fué algo que me
impresionó, sobre todo cuando conoce Espartaco a Varinia en la soledad de su
mazmorra. Nunca he considerado a Kirk Douglas un buen actor, pero tengo que
reconocer que la expresión del hombre ante la fragilidad de la mujer, su anhelo
de volver a ver su rostro, la sutileza con que la contempla, están reflejados de
forma magistral en las rudas facciones de Douglas y en la forma en que mira a
una siempre bella Jean Simmons. Todo esto unido a las escenas siguientes que
viven los dos, tanto en el campamento, como en el dramático final, desprenden un
lirismo nada normal proviniendo de un actor que podría reflejar cualquier cosa,
menos sensibilidad, por otra parte normal si se tiene la belleza y la ayuda de
una actriz como Jean Simmons. Realmente hermosas secuencias y un adaggio
relajante ante tan heroica sinfonía.
Hijo y nieto de esclavos, Espartaco
sigue la triste senda de su familia. Es vendido como gladiador a una importante
escuela liderada por el entrenador Léntulo Batiato (Peter Ustinov), en la que
lidera una revuelta apoyada por todos sus compañeros gladiadores, quienes le
siguen después, ciudad a ciudad, liberando a todos los esclavos que encuentran a
su paso y formando con ellos un ejército que luchará contra la opresión de Roma.
Sin duda se hace hueco entre las mejores películas de aventuras de la historia
convirtiéndose en todo un clásico y deja para el recuerdo la magnífica dirección
de Kubrick y las mejores interpretaciones corales de un grupo de grandes
profesionales del cine y el teatro. Espartaco reúne una serie de requisitos que
solo se dan en las grandes producciones cinematográficas.
La producción no escatimó en gastos y los resultados están a la vista. El guión
es magnífico, aunque se aparta de los valores religiosos frente a otras
grandes obras del género como Ben-Hur y el resto de películas bíblicas de los
años 50 y 60. Tiene una anécdota que le da un punto de leyenda y la engrandece
más: todavía en tiempos de la persecución comunista americana, Douglas decidió
finalmente contar con el nombre del creador del guión de Espartaco, Dalton
Trumbo, un personaje muy vigilado por sus tendencias políticas. El guión es de
un extraordinario rigor histórico, como por ejemplo; los diálogos entre Julio
Cesar y Craso. El film es un espectáculo épico rodado en escenarios muy cuidados
con paisajes de la costa de España y que nos hace soñar que estamos viviendo en
la Italia del imperio de hace más de 2000 años. La ciudad de Roma, realizada en
maqueta, es simplemente única, si salvamos las distancias entre Espartaco y
Cleopatra, dándonos la sensación de realismo, cosa que en aquellos años era
profesionalmente admirable, al no haber alcanzado la ayuda de la tecnología
actual mas avanzada como ocurre en el caso de Gladiator y otras
superproducciones de estos años. Me gustaría destacar la grandeza que algunas
escenas, como la batalla entre esclavos y ejército romano.... !
impresionante!.... por su detalle, la minuciosidad, el vestuario y las vistas
panorámicas de grandes masas, donde se puede observar a un ejército de
legionarios realizando maniobras. En realidad la película es un balcón abierto a
la historia, la libertad, a la codicia, a la política, al dolor por
el amigo muerto, al mismo amor..... Son muchas secuencias, bastaría con citar: la
escuela de gladiadores, la bellísima villa de Craso, la de Graco, el cruce de palabras en
el Senado, los campamentos de esclavos, en la playa, a la espera de los barcos
piratas, y dejando su sello particular, entre penumbra, pero real y
filosóficamente perfecta, la famosa escena del baño de Craso, censurada en
aquellos años en España y en la que Kubrick
recrea todo un alarde de seducción entre Olivier y Curtis.
Antes de profundizar en ello, existe un salto
relacionado con el personaje de Antoninus que interpreta Tony Curtis: Después de
la conversación del baño entre él y Marcus Licinius Crassus, en la que Curtis
desempeña la labor de criado personal, la siguiente vez que se le ve al actor es
junto a Espartaco, en el campamento. ¿Por qué esa distancia?, ¿Problemas de
metraje? ¿Censura?....¿Qué sucedió para que Antoninus abandonara la villa de
Crassus?... creo que nunca lo sabremos.
Después de su estreno en 1960, fue
proyectada nuevamente en el año 1967, con 23 minutos menos que la proyección
original, y nuevamente en 1991, en la cual se restauraban esos 23 minutos, más
14 que habían sido censurados desde su proyección original.... Incluía varias
secuencias de batallas muy violentas, así como la escena del baño. Cuando la
película en 1991 fue restaurada definitivamente, dos años después de la muerte
de Laurence Olivier, faltaba el audio original del diálogo en la secuencia, por
lo que tuvo que volverse a doblar. Tony Curtis pudo hacerlo con su papel, pero
la voz de Olivier tuvo que ser imitada por otro grande del cine; Anthony
Hopkins. Peter Ustinov dijo una vez que Espartaco era la primera película de
romanos que no atufaba a cristianismo, la primera sin Cristo y con Kubrick. Lo
cual tiene mucho mérito, porque termina con una crucifixión. Sin embargo,
Kubrickal,
un obseso del control y la perfección, nunca acabó de gustarle que la
destrozaran en la sala de montaje y nunca la ha mencionado en su currículum:
-" Cuando la gente
me confiesa que Espartaco es su película favorita, yo no sé qué decir. No les
faltaba razón porque el verdadero hombre fuerte de la película fue su
protagonista y productor, Kirk Douglas, quien a los noventa y pico años ha
escrito un libro rememorando la proeza que supuso su creación."
Al igual que en las memorias que publicó, " El hijo del trapero ", Kirk Douglas
demuestra en estas páginas que detrás del actor y del productor con olfato de
sabueso, hay también un escritor con brío, brillo y nervio. El libro, comienza
con los mazazos del infame congresista J. Parnell Thomas presidiendo el Comité
de Actividades Antiamericanas, traza un panorama de la ciudad encantada de
Hollywood en pleno acoso de la caza de brujas, sigue con el proceso frenético de
la producción de Espartaco y rodaje de una película inmensa, concluyendo con el
estreno de una epopeya considerada unánimemente una obra maestra, a pesar de la
brutal cirugía de cuarenta y dos cortes sobre el film original practicada en la
sala de montaje. Para entender la clase de subnormales montajistas de aquellos
años, baste señalar que la célebre secuencia suprimida en la que Craso insinúa
su atracción por el esclavo Antonino, uno de los censores concluía que el
magistral diálogo sobre la preferencia entre ostras y caracoles, diciendo que
podría autorizarse en el caso de que las ostras y caracoles fuesen sustituidas
por truchas y alcachofas. Décadas después la escena fue encontrada en los
sótanos de la Universal y, aunque la banda sonora se había perdido, pudo
restaurarse.
En medio hubo tantas cosas que pudieron salir mal que el mero hecho de que
Espartaco viera al fin la luz, aunque fuese con la apariencia de un torso
magullado y rescatado de una ruina romana, es casi un milagro. Mientras por un
lado Douglas luchaba por sacar adelante una financiación que casi triplicaba el
presupuesto original, por el otro tenía que hacer frente a los egos desmesurados
de los grandes actores que se había propuesto juntar: Charles Laughton siempre
quejándose y amenazando con abandonar el proyecto, Laurence Olivier herido por
el naufragio de su matrimonio con Vivien Leigh, y Peter Ustinov que mediaba
entre ambos al tiempo que conspiraba para realzar su papel. Al poco de iniciar
el rodaje, la productora vio que la película estaba fuera de control y pidieron
a Douglas que buscara otro director. Fue entonces cuando hizo su aparición
Kubrick, que ya le había dirigido en Senderos de gloria y con quien tunia
broncas continuas, hasta el día en que decidió arrinconarlo a caballo delante de
todo el equipo como Espartaco humillando a un general romano. No fue el único
cambio de última hora, porque Kubrick también se peleó con el director de
fotografía, Russell Metty, al que acabó usurpando el puesto (proporcionándole un Oscar) y también decidió prescindir, y de qué modo, de
una actriz alemana
contratada para el papel de Varinia, propiciando así la llegada de Jean Simmons al
plató.
Tras el montaje provisional, los responsables de la película comprendieron que
la historia había quedado anémica y tuvieron que desembolsar más dinero para
atender la petición inicial de Kubrick de añadir unas cuantas escenas de
batalla. El complicado rodaje tuvo lugar en España, con no pocos problemas y un
soborno adicional al general Franco, quien en uno de sus delirios megalómanos
había prohibido que ninguno de los soldados españoles reclutados como extras
muriera en la ficción. Para no animar demasiado a la rebelión, en el montaje
final únicamente sobrevivió una batalla y fué la derrota de Espartaco en manos
de Craso.
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El auténtico duelo de gladiadores tuvo lugar sobre el
papel, desde el momento en que decidieron llevar a la pantalla una novela
escrita por un simpatizante comunista tan notorio como Howard Fast hasta que
reclutaron como guionista al genial, Dalton Trumbo, que había pisado
la cárcel por defender sus ideas y cuyo nombre estaba maldito en Hollywood. La
lucha por restituirle al guionista su lugar en los títulos de crédito es la
epopeya que hay detrás de la epopeya, la gloriosa liberación de los esclavos que
Trumbo resumió con otra de sus frases magistrales: “Gracias, Kirk, por
devolverme mi nombre”. De todo el cúmulo de maravillosas secuencias que contiene
‘Espartaco’ hay una que me parece esencial, única y que tiene lugar en el que
probablemente sea el mejor tramo del film, aquel que transcurre en la escuela de
gladiadores en la que Espartaco es entrenado como máquina de matar mientras se
enamora de una bella esclava de nombre Varinia Para entretener la visita
del importante Marco Craso, al que da vida un impresionante Laurence Olivier, el
encargado de la escuela, Batiatus, inmenso Peter Ustinov que ganaría un Oscar
por su labor, accede a que cuatro gladiadores se enfrenten a muerte en la arena.
El primer combate tiene lugar fuera de campo mientras Kubrick coloca la cámara
dentro del habitáculo en el que esperan los otros dos gladiadores, Espartaco y
Draba, para enfrentarse. La tensión aumenta pues ambos saben que uno de los dos
no volverá con vida. El primer combate termina y los dos gladiadores salen a la
arena, luchan encarnizadamente y cuando Draba tiene la vida de Espartaco en sus
manos, sucede algo emocionante. Vamos paso por paso....Espartaco ha sido vencido
por un adversario claramente superior. El combate es a muerte por el capricho de
los que tienen el poder y observan sólo por mera diversión. Al fin y al cabo una
de las ventajas del poder, de la posesión de grandes riquezas es que también
disponen de la vida de otras personas. Draba, interpretado por un entregado
Woody Strode que venía de protagonizar una de las obras maestras de John Ford,
‘El sargento negro’, mira hacia arriba esperando una respuesta. Él sabe lo que
tiene que hacer pero aún así mira. La respuesta no se hace esperar. La mujer de
Craso lo indica claramente, Espartaco debe morir. Atención a la expresión de
Craso que prácticamente se sorprende de la decisión de su mujer. Más tarde
comprobaremos que Craso es mucho peor que su esposa, un tirano en toda regla,
sin remordimientos ni límites para su maldades. Espartaco cierra los ojos
esperando que el frío metal del tridente le atraviese el cuello. Sabe que su
hora ha llegado. Pero Draba duda. Algo en su fuero interno le dice que aquello
no debería ser así. Draba se rebela contra el poder lanzando su tridente. Acto
seguido decide ir a por Craso en lo que prácticamente es un suicidio. La vida de
Draba es sesgada por la lanza de un guardia y por la estocada final de un
cobarde Craso que le acuchilla cuando el esclavo está herido. Espartaco entiende
entonces que un sólo hombre puede marcar la diferencia, y que para ello tiene
que estar dispuesto incluso a dar la vida. El líder de la rebelión romana vive
desde la decisión de Draba un tiempo prestado y lo va a aprovechar. Es por eso
que realmente dicha rebelión no es en realidad la de Espartaco, sino la de
Draba. Primer punto de inflexión en la vida de Espartaco. El segundo ocurre
cuando el amor de su vida es llevado de su lado, y Espartaco se rebela contra
sus guardianes ayudado por sus compañeros gladiadores. La fuga de la escuela es
todo un prodigio de montaje y ritmo. Atención a la cámara de Kubrick, colocada
en los adecuados ángulos que infieren grandeza y emoción en todo momento. Un
Kubrick engrandecido y a lo grande
‘Espartaco’ es tal vez la película menos personal de Kubrick, pero
que sea
poco personal no quiere decir que sea mala y éste es la prueba de ello. Kubrick salió airoso de todo y demostró ser capaz de manejar una superproducción
de gran presupuesto. Para dirigir a actores de la talla de Charles Laughton
contó con la inestimable ayuda de Peter Ustinov quien reescribió todas los
diálogos de Laughton, quien interrumpía cada dos por tres el rodaje tachando de
absurda la historia aún con todo
podemos comprobar que Laughton está soberbio como Graco teniendo en su haber
algunas de las frases más ingeniosas de la historia como todo lo referente a las
divinidades. Su suicido fuera de campo, vencido por la ascensión de la tiranía,
es uno de los momentos más bellos del film.
Como bellas son las escenas que Kubrick cuando retrata al
pueblo que huye buscando la libertad. Además de demostrar un gran manejo del
formato scope y de las masas, Kubrick apuesta por lo íntimo cuando enfoca a
ancianos y niños, o la emotiva escena de una pareja enterrando a su bebé muerto
el cual no ha resistido la dureza del viaje. No hay maniqueo en una película que
rehuye el panfleto político aún lanzando dardos envenenados al poder, y sobre
todo el mensaje religioso. La libertad o el destino nada tienen que ver con la
creencia en un dios. El hombre es el que decide, el que actúa y el que
debe asumir las consecuencias.
‘Espartaco’ es una película que puede verse las veces que sean, seguirá
emocionando tal y como lo hizo en su momento, y su fuerza sigue viva mas de 50 años
después de su estreno, muy por encima de films posteriores que juegan a ser lo
mismo. En un film reciente basada en cierta obra de Alan Moore podemos ver un
intento de transmitir el mismo mensaje, de la misma forma que en el ‘Braveheart’
de Mel Gibson podemos apreciar como la batalla final del film de Kubrick influyó
de forma poderosa en el trabajo de Gibson. Sus influencias llegan hasta el cine
de James Cameron, quien ni corto ni perezoso hizo un calco de cierto momento del
film en su laureada ‘Titanic’.
Y es que ¿a quién no le gusta ‘Espartaco’? ¿Quién no desearía ser Espartaco?
Magistral de principio a fin. Su éxito permitió a Kubrick abarcar proyectos
más personales y convertirse en el director que todos conocemos.
Más adelante, cuando habla Craso en el
Senado, porque nadie quiere tomar el mando de las
legiones contra Espartaco, ya que todos le temen, quiere la
jefatura, pero Graco, su rival político le dice que tiene exigencias:
GRACO: “Todo el mundo pone precio a su patriotismo ¿Qué pides?”
CRASO: “Ser el comandante en jefe de todas las legiones de Roma”.
GRACO: “La dictadura”.
CRASO: “El orden. Esperaré vuestra respuesta”.
GRACO: “Te la doy ahora, inaceptable”.
CRASO: “Lo sé. Ya vendréis a ofrecérmela más adelante. Estaré dispuesto….”
Cuando finalmente Craso consigue su propósito y se prepara para destruir a
Espartaco, aparecen las proscripciones en Roma y le anuncia a Graco que al ser
el primer enemigo del estado será detenido. Graco se suicidará pero antes deja
dispuesta la huída de Varinia y su hijo.. Espartaco es crucificado y puede
contemplar como Varinia se aleja con el niño en un carro conducido por Batiato.
Es la secuencia final, inolvidable desde todo punto, derrocha una belleza
indescriptible, dándonos una lección de libertad, amor y amistad.
La puesta en escena no tiene adjetivos que la describan. Desde las tórridas y sulfurosas canteras del desierto de Libia, Espartaco es golpeado. Hay ya un indicio de rebelión: muerde en el pie y corta el tendón del guardia. Le va a costar la vida pero aparece Lentulo Batiato y lo compra para ser gladiador. Humillado y maltratado por el sádico Marcelo, se enamora de la esclava Varinia y será finalmente seleccionado con el etíope Dabra en un combate para diversión de Craso. El guiará la rebelión y demostrará ser un gran líder con sentimientos humanos que no ha perdido a pesar de toda una vida siendo esclavo. Todas estas partes están filmadas por Anthony Mann, no lo olvidemos, como he mencionado anteriormente. Kubrick realizará con brillantez los capítulos de la vivencia de los esclavos, del Senado Romano, distintas batallas, la mansión de Craso con un mosaico a imitación de uno real conservado, las discusiones del líder con Crixo, interpretado por John Ireland se opone a que dos viejos hacendados romanos luchen para divertir a los esclavos y les deja en libertad y el encuentro final con la cámara colocada a espaldas de los esclavos para visualizar las ordenadas legiones de Craso. Otra escena recordada: la abierta manifestación de su bisexualidad por parte del dictador romano mientras se baña, que sorprende a Antonino y huye para reunirse al grupo de Espartaco, escena cortada en varios países en su tiempo y que al ser restaurada en España se dobló con otras voces. Esta secuencia en1960 fue un escándalo, ahora pasaría desapercibida.
Espartaco se estreno
el 7 de octubre de 1960 en el RKO Theatre de Hollywood. Fue un éxito desde el
primer día. Los críticos la definieron como una de las epopeyas más inteligentes
y emotivas de la historia del cine, y los piquetes organizados en las salas
donde se exhibía por la “Legión de la decencia americana” no sirvieron para
nada…Recaudó 30 millones de dólares en USA y otros sesenta en el resto del
mundo, y ganó 4 oscars en la edición de 1961. N o puedo dejar una secuencia
claseo en la que el patricio romano Marco Licinio Craso, pregunta a los esclavos
vencidos quién de ellos es Espartaco, a lo que todos, aún sabiendo la tortura y
la muerte segura que les espera…contestan “¿YO SOY ESPARTACO. Gigantesca
película en todos los conceptos: presupuesto, duración, elenco de actores de
auténtico lujo, guionista y director de enorme prestigio, todo configura la que
puede considerarse como la mejor película péplum rodada sobre el mundo romano.
El guión describe a la perfección los personajes principales: Espartaco es un
hombre hábil y valiente que cree firmemente que todo el mundo tiene derecho a
ser libre. Craso es rico y poderoso, senador y general, amante de la dictadura
es cruel y sanguinario. Graco es la otra cara de la moneda, es el líder del
partido republicano, que desconfía de las dictaduras por lo que es enemigo
declarado de Craso y es además un político inteligente, manipulador y vengativo.
Lentulo es el hábil director de la escuela de gladiadores siempre al amparo del
sol que más calienta. Los diálogos entre ellos son magistrales y por encima de
su evidente espectacularidad el film es una reflexión sobre la ambición
política, con unas magnificas secuencias en el interior del Senado, donde vemos
claramente las pasiones, envidias e intrigas de unos personajes que en el fondo
y sin querer nos están anunciando la futura, aunque aun muy lejana, decadencia
del mayor imperio hasta entonces conocido. Muy bien rodadas las secuencias de
las luchas entre gladiadores y un estupendo retrato de la vida de los mismos en
el interior de la escuela y emoción final cuando los seguidores de Espartaco se
van levantando diciendo uno a uno: “Yo soy Espartaco”... Dalton Trumbo nos
ofrece todo un canto al deseo de libertad del ser humano en la figura de
Espartaco magníficamente interpretado por él a veces caprichoso y excesivamente
gesticulante Kirt Douglas, acompañado de actores como Charles Laughton, Laurence
Olivier, Peter Ustinov y la maravillosa Jean Simmons. En resumen una película
indispensable, para los amantes del cine y en especial para los admiradores del
Antiguo Imperio Romano, entre los que me encuentro y así será por muchos años.
Tras una serie de victorias tácticas importantes sobre pretores y cónsules, su
causa se llena de esclavos fugados y comienzan las disensiones internas con
Crixo, otro de los gladiadores fugados. En paralelo, vemos el auge al poder de
Craso, sus intrigas y sus pasiones, sólo paliadas en parte por la ácida retórica
de Sempronio Graco, personaje no histórico que, valiéndose de Batiato, hace de
freno a las ambiciones de Craso. El desenlace final de esta pugna entre la
libertad y la opresión de los poderosos se da en la gran batalla entre Craso y
Espartaco en el río Sicario (batalla rodada entre Guadalajara y Madrid, contando
con extras del Ejército Español) que supuso el trágico fin de la revuelta.
Kubrick utilizó 8.500 extras en el rodaje, contratando algunos mancos o enanos
para poder realizar valiéndose de prótesis algunas escenas de mutilaciones que
fueron cortadas por la censura del momento. Salvo algunos detalles
insignificantes y teniendo en cuenta la manera de hacerse las cosas en la época
en que se rodó, la puesta en escena es impecable, la interpretación modélica y
el guion está a la altura de la empresa, teniendo en las conversaciones entre
Graco y Batiato su cénit. En 1960 llegó a los cines la historia de un hombre en
busca de libertad. 'Espartaco' es una obra maestra, siendo uno de los mejores
ejemplos del buen cine de romanos. El éxito de 'Espartaco' se debe en buena
parte a Kirk Douglas, el actor leyó la novela de Howard Fast en los años
cincuenta y le gustó tanto que compró los derechos para convertir la historia de
este esclavo en película. El propio Douglas se atrevió a contratar a Dalton
Trumbo, un guionista que no podía trabajar en Hollywood porque estaba en la
lista negra del senador McCarthy, acusado de ser comunista. Tanta fue la pasión
de Douglas por llevar a cabo la cinta, que desafió a toda la industria
hollywoodiense. Douglas tampoco perdió ninguna batalla, ya que finalmente
consiguió trabajar con el director que él quería, Stanley Kubrick, quien ya
conocía de la fantástica 'Senderos de gloria'. Éste nunca se consideró autor de
'Espartaco' porque Douglas participó casi en todo: productor, protagonista, casi
director (al elegir el montaje final) y trabajó como director de casting. En
dichos castings, Douglas se hizo con los servicios de actores británicos de
renombre como Peter Ustinov, Charles Laughton o Laurence Olivier,
convenciéndoles a cada uno a participar gracias a que les prometió el
protagonismo de la película junto a él. Douglas pensó que la chica de la
película debería ser Ingrid Bergman o Jeanne Moreau, pero al final Jean Simmons
fue la elegida para enamorar a Espartaco. Tony Curtis fue uno de los pocos
norteamericanos en conseguir un papel y además de protagonizar una de las
escenas más polémicas del film. Considerada dentro del subgénero del cine épico,
el rodaje fue muy largo (ocho meses) y muy caro, unos doce millones de dólares,
una cantidad totalmente desmesurada para la época. En esta superproducción
participaron más de 10.000 extras. 'Espartaco' es una película épica en todos
los sentidos, que cuenta con escenas inolvidables y con algunas de las frases
más famosas de la historia del cine. La pelicula fue un rotundo éxito de público
y de crítica, consiguiendo 15 millones de dólares desde su estreno y además fue
premiada con cuatro estatuillas. A partir de aquí, todos se dieron cuenta que de
que era algo más que un relato de aventuras.
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Hay una curiosa anécdota sobre el travelling de los cadáveres de esclavos
apilados tras la sangrienta batalla. A pesar de sus instrucciones, Kubrick no
conseguía la impresión de matanza desordenada ni el campo de batalla ofrecía la
composición buscada. Así es que, tras una jornada entera de preparación, en la
que fue situando sobre el terreno todos los puntos donde debían aparecer
cadáveres, dio a cada uno de los más de trescientos extras un cartel con un
número y fue llamándoles uno a uno para decirles en qué postura debían aparecer.
A su regreso a Estados Unidos, Kubrick se vio obligado a filmar otras tomas
suplementarias, con lo que Espartaco incrementaba de manera alarmante su
presupuesto. Kirk Douglas relata, sin aparente resquemor, que “los chistes
cundían como reguero de pólvora: los extras liquidaban sus hipotecas. Algunos
construían piscinas en sus casas: Espartaco se estaría rodando eternamente”. Sea
como fuere, lo cierto es que Trumbo, trabajador infatigable, también estaba
escribiendo en aquella época el guión de Éxodo (1960), según la novela de Leon
Uris. Y su director, Otto Preminger -experto en golpes de efecto y en mantener
pulsos con la censura también proclamó que Dalton Trumbo era el autor del guión.
Cuando este anuncio se hizo público, los ejecutivos de la Universal
comprendieron que negando a Trumbo los créditos en Espartaco perdían una
excelente baza publicitaria. Y ahí se acabó para siempre su vida oculta entre
seudónimos.
Con el final del rodaje se dió el punto final de una amistad que había comenzado
dos años antes. Las discrepancias de Kubrick con Douglas llegaron a tal punto
que el director se prometió a sí mismo no volver a ponerse a la cabeza de un
rodaje en el que no controlase todas las facetas del mismo. Y así, a pesar de
que Espartaco fue un éxito más que notable, que supuso su consagración
definitiva como director, éste nunca se mostró satisfecho con el filme. En una
ocasión llegó a afirmar que lo consideraba más bien un fracaso personal, ya que
las presiones a las que se vio sometido, propias de cualquier superproducción,
le impidieron hacer una obra verdaderamente personal. Lo que sí funcionó
perfectamente fue la taquilla. recaudó catorce millones de dólares en su primera
exhibición norteamericana. En consecuencia, todo el mundo en la Universal quedó
contento con los resultados.
Otra cosa fueron los premios. Tras haber concedido once estatuillas a Ben-Hur el
año anterior, la Academia de Hollywood se mostró remisa a prodigarse en
galardones. Espartaco obtuvo los Oscar correspondientes al mejor actor
secundario (Peter Ustinov, que así se sacaba la espina de Quo vadis, donde se
quedó en simple nominación, mejor escenografía en color (Alexander Golitzen y
Eric Orbom), mejor fotografía en color (Russell Metty) y mejor vestuario en
color (J. Arlington Valles y Bill Thomas). Obtuvo asimismo nominaciones por el
montaje (Robert Lawrence) y por la espléndida partitura de Alex North.
ESPARTACO es de esos
films que una vez visionado, comprendido, admirado y recordado, siempre será
concebido como un extraordinario espectáculo, y una película de las que se
escriben con sangre en la historia del cine, porque no existe libertad, sin la
presencia de una sangre tan roja, como las de las tierras de mi amada Tara, en
ese otro monumento que es LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ.