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LA CENSURA DEL FRANQUISMO

EN EL CINE

 

 

 

“Todas las censuras existen para impedir que se desafíen las concepciones actuales y las instituciones existentes. Todo progreso es iniciado al desafiar las concepciones actuales y es ejecutado al cambiar las instituciones. Por lo tanto, la primera condición para el progreso es la supresión de la censura.”

George Bernard Shaw


 

 


Decía el Padre Ayala, uno de los censores de la iglesia en tiempo del régimen:

-"No se debe ir ni a las películas buenas. Las mejores son menos malas... El cine es la calamidad más grande que ha caído sobre el mundo desde Adán para acá. Más calamidad que el diluvio universal, que la guerra europea, que la guerra mundial y que la bomba atómica. El cine acabará con la humanidad".

 

 

 

Desde muy joven he sentido una curiosidad infinita por todo lo relacionado con el Séptimo Arte, sus actores, actrices, films, etc. Supe, pero jamás comprendí que fuera de España se vieran íntegras las películas que aquí nos venían mutiladas, fuí creciendo con esa utopía y ahora, cuando mi madurez admite, celebra y tolera cualquier obra salida de las manos de los cientos de maestros de la cinematografía, me siento vivo, insultantemente agradecido, porque la democracia se implantara en un país que amo y que nos tuvo entre tinieblas mas años de los que hubiéramos querido. Este es el motivo que me ha llevado a escribir sobre LA CENSURA EN EL CINE EN TIEMPOS DEL FRANQUISMO....Si mi objetivo lo consigo, y si al final de leer este articulo, mas del sesenta por ciento están de acuerdo, me habré subido en el Crepúsculo donde habitan esos dioses que nos hacen amar el Séptimo Arte.

 

 

 

 

 

A partir de este punto es fácil ver la incompatibilidad que la moral del régimen encontraba con el séptimo arte, y el resultado se dibuja en más de quinientas cintas censuradas durante los 40 años de dictadura. El organismo censor pasó por varias fases y tuvo varias obsesiones. Épocas de mayor dureza, habría que aludir aquí a la longeva etapa de Gabriel Arias-Salgado como Ministro de Información y Turismo. En los primeros años de franquismo, con la Guerra Civil aún muy cercana y la Segunda Guerra Mundial a pleno rendimiento, la principal obsesión caída del lado del contenido político en las películas, posteriormente el peso moral enfrentado al contenido sexual y libertino el que marcó el tono censor. Repasemos algunos de los ejemplos emblema:

Creo que si hay que rebuscar entre los trapos sucios de la censura franquista, el caso más sonado, más recordado, más inverosímil, y el primero que hay que rememorar en mi artículo, es el de 'Mogambo'. En la película de John Ford se vivía un triángulo amoroso entre un matrimonio y Clark Gable como tercer implicado. El adulterio era un acto penado durante el régimen, y en plenos años 50', los censores modificaron los diálogos de la película para acabar convirtiendo a los esposos en pareja de hermanos. De esta forma la película deja a un lado las situaciones adúlteras, para convertirla en una clara relación incestuosa. La relación entre la historia y el cine ha sido una relación durante largos años muy discutida. Desde posturas radicales como las que presentaban que el cine no puede ser en ningún momento reflejo de ningún estudio histórico hasta los que ven en el cine un documento más para el análisis histórico. Ya a partir de los años sesenta se comenzó a estudiar las películas como documentos históricos y poder ver en ellas un reflejo de la sociedad del momento. La legitimidad de la imagen a mediados del siglo pasado estaba muy discutida: solo la pintura, los museos o las grandes colecciones merecían la pena poder estudiarlas. Solo en la URSS el cine era visto como un arte más, sobre todo gracias a Eisenstein, claro que el cine allí estaba al servicio de la propaganda del Estado y no estaba libre de la manipulación. Es a partir de los años cuando el grupo de la nouvelle vague francesa, representado por Jean-Luc Godard, Alain Resnais y François Trufaut, consigue que el cine esté a la altura de las demás artes. La importancia de este movimiento crítico dentro del cine fue decisiva porque despertaron la atención y sentenciaron el advenimiento del nuevo fenómeno cinematográfico, sobre todo desde ña inauguración del festival del Cannes.
 


Pero en la actualidad se nos presenta un problema con la imagen, en especial con la fílmica, y es que empieza a estar bajo sospecha debido a la televisión. Marc Ferro es un historiador francés que consideró que la imagen televisiva controla las ideas, las costumbres y las opiniones, y yo personalmente creo en ello. Con la excusa de que “la imagen no miente”, se ha querido legitimar como verdad absoluta todo lo salido de ella. La población ha ido despreciando la imagen televisiva, pero a la vez son ávidas consumidoras de ella, lo que pone de manifiesto su poder para captar nuestra atención, y más todavía la imagen hablada. Como documento, las películas han ganado la partida, pero más en el campo de la antropología que en el de la historia, y en los países de habla inglesa que en los mediterráneos. Para ello ha sido fundamental la historia basada en los documentos orales y en la memoria, contribuyendo el cine a la creación de una contra-historia no oficial, alejada de archivos escritos, que en la mayoría de los cosas es la memoria de las instituciones. Pero el cine no es solo un documento, sino que lo crea. Se nutre de fuentes documentales y crea otra fuente nueva a partir de ella, y su validez vendrá del rigor con la que trate a la fuentes o fuentes y a la manera que esté contada. Pero hay una cuestión fundamenta: hay que distinguir entre cine y cine-documental. No he encontrado manuales ni artículos donde se hable expresamente de esta diferencia, pero sí que las he visto de forma indirecta. El cine es una fabulación que puede recoger fuentes históricas y utilizarlas con mayor o menos rigor y verosimilitud, pero no deja de ser eso, una construcción fabulada de algo concreto. Los censores no dejaban títere con cabeza y cambiaban diálogos, como en Mogambo, o cortaban besos, piernas, pecho y sobre todo referencias a la democracia, o a la libertad de expresión. En lo que respecta a los medios audiovisuales, Marc Ferro, escritor francés, considera que estamos en una época de emancipación de los poderes oficiales de los Estados y se han convertido en un auténtico “cuarto poder” que le discute a la cara muchas cuestiones, pese a que hoy en día los partidos crean canales de televisión como medio de difusión de su ideario político o simplemente como lanzadera de ataque del partido rival...esto en tiempos actuales, pero en los años 50 y 60 las mutilaciones en películas eran constantes, y muchas de ellas vistas, por ejemplo en Paris, parecían la hermana mayor de la que se estaba proyectando en plena Gran Vía de Madrid....casos: Gilda, Cleopatra, Cautivos del mal. Spartaco, y así la lista se haría interminable. A pesar de todo, el cine sigue siendo despreciado y no se le considera una fuente de información válida. La realidad marca que el lenguaje cinematográfico explicaba más que narra y eso, quizás, lo haya hecho ininteligible para la mayoría de los estudiosos. Pero este rechazo al cine como fuente de investigación es inconsciente, pues es más fácil estudiar qué restos del pasado hay y se pueden transformar en documento histórico, por lo que el cine, al no pertenecer como algo inerte del pasado, no se tenía en cuenta. Pero al final el historiador no le queda más remedio que buscar en el cine “restos del pasado” que le sirvan para explicar algún hecho concreto. En Historia contemporánea y cine, Marc Ferro, su autor, centra este ejemplo en el cine polaco. La nación polaca, ante la falta de documentación que tiene sobre su pasado debido a la destrucción que la Alemania nazi o la URSS de Stalin acometieron, no les quedo más remedio que mirar al cine como un elemento de arraigo. Podemos discutir si ese cine polaco cuenta la realidad o no, pero no se puede negar el impacto del cine en el sentimiento nacional polaco, influencia que se contagió sobre todo en una España que vivía una posguerra, a la que los censores descerebrados querían imponer sus leyes, unos las cumplieron, otros se los llevo el viento, y los mas, afilaron bien sus vampiricas tijeras... Confieso que yo particularmente, siendo un adolescente, no soportaba tamaño robo de la cultura cinematográfica.

 

 

LOS CENSORES MAS IMPLACABLES

 

 

Existen brutales cortes en cientos de películas, como por ejemplo la emblemática escena de la mujer a punto de ser apuñalada en la ducha en 'Psicosis' para eliminar el "morboso" desnudo de Janet Leight... También se suprimió la militancia republicana en la Guerra Civil española del protagonista de 'Casablanca' y convirtieron en hermanos el matrimonio de 'Mogambo'. Ni Hitchcock, ni Bogart ni John Ford se libraron de los vetos, "podas inteligentes" y cambios de guión impuestos por la censura franquista a las películas que pretendían exhibirse en España durante más de 40 años y de los que el periodista Alberto Gil hace un extenso recuento en su libro 'La censura cinematográfica en España'... 'Con faldas y a lo loco' se prohibió porque consideraron que trataba la homosexualidad..."Prohibieron hasta Drácula, porque ellos pensaban que era 'una película para deficientes mentales'" y censuraron su extrema fantasía», 'Desayuno con diamantes' fue censurada durante años por una escena pornográfica... Ahora lo ves y estos señores, ¿donde veían la pornografía? Yo no logré adivinar cuál era la escena". "Los censores se expresaban con una gran franqueza, sus comentarios reflejan la mentalidad de la dictadura franquista". La comedia 'Con faldas y a lo loco' se prohibió  y en el expediente quedó escrito: 'Prohibida, aunque sólo sea por subsistir la veda de maricones"... "Por supuesto, las escenas entre Tony Curtis y Marilyn Monroe fueron consideradas de un erotismo absolutamente 'prohibible'". Alberto Gil, comenta en su libro que el falangista David Jato, el eclesiástico Juan Fernández o el más aperturista José María García Escudero formaron parte, de los 100 censores que decidieron qué películas y bajo qué condiciones podían verse en los cines españoles en los años de dictadura. Era gente muy vinculada al Régimen, falangistas, representantes de la Iglesia, militares y luego críticos cinematográficos muy afines, relata el autor. Querían que su labor fuera invisible. Regañaban a las distribuidoras cuando los cortes en las películas eran mas que evidentes y las felicitaban cuando el corte era casi inapreciable. Y aunque la junta de la censura intentó ceñirse a determinadas normas que la convirtieran en un mecanismo claro, en realidad los censores eran tremendamente arbitrarios al interpretar lo que era amoral. En 1962, con la llegada de José María García Escudero a la dirección general de Cinematografía, se produjo la repesca de films anteriormente prohibidos. Sin embargo, todo era una falsa esperanza.

 

 

 

EL CRIMEN DE CUENCA

 

 

 

En la mente de todos los cinéfilos y amantes del cine estarán siempre ese recorrido visual de la larga lista de atrocidades cometida por los censores. Desde imágenes sexys transformadas en otras más recatadas a nombres de actores que eran borrados por mostrar públicamente su rechazo al régimen de Franco. Ni las películas bíblicas se libraban. A Lana Turner En el cartel publicitario de EL HIJO PRODIGO, le hicieron una curiosa muestra de body painting. Incluso adecentaron a las señoritas que aparecen en el lado inferior derecho, colocándolas unos vestidos mucho más acordes con el resto del cartel. Pero quizá el film mas polémico de los años setenta fué sin duda EL CRIMEN DE CUENCA, donde hay fundamentos suficientes para estimar que la confesión de los reos Gregorio Valero y León Sánchez, base esencial de sus condenas, fue arrancada mediante una violencia continua inusitada... En vista del error de hecho que motivó la sentencia, se declara la nulidad de la misma, por haberse castigado en ella delito que no se ha cometido”. Resolución del Tribunal Supremo, sentencia de juicio de revisión de 10 de julio de 1926, sobre el denominado Crimen de Osa de la Vega, en el que está basada la película. Unas coplas de ciego arrancan esta obra maestra de Pilar Miró, quien en 1979 llevó a la gran pantalla los hechos acaecidos entre los pueblos conquenses de Tres Juncos y Osa de la Vega, cuando en 1910 dos hombres inocentes fueron injustamente acusados del robo y asesinato de un tercero, que había desaparecido ocho años antes sin dejar rastro. La directora madrileña compuso un desgarrador guión junto a Salvador Maldonado que rompería los moldes de la supuesta libertad democrática en España y con la que se rindió a ese cine crudo y rural que ya Carlos Saura, Mario Camus o Luís Buñuel habían convertido en reflejo de la leyenda negra de España. Con un ritmo vertiginoso, absolutamente innovador para la época, y un reparto envidiable, ' El crimen de Cuenca' no es solamente el retrato de un suceso ocurrido hace casi un siglo, sino la fotografía áspera y rugosa de un trozo de nuestro país sumido en la miseria, en cortijos, caciques, mujeres de negro y sirvientes, donde las rencillas entre pueblos, los resultados electorales y la política hicieron de estos hechos algo más que un titular. Las torturas a las que fueron sometidos los dos hombres por parte de la Guardia Civil hasta conseguir que ambos firmaran una confesión falsa, fueron entonces, y siguen siendo hoy, muy difíciles de asimilar. Los planos, primero oscurecidos, y luego tan transparentes como si fuéramos nosotros los propios verdugos, arrojaron luz sobre una cuestión espinosa e intocable en España, con la que la directora no tuvo ninguna piedad, y que hizo que una copia de la película fuera retenida en 1980 por el entonces ministro de Cultura, Ricardo de la Cierva, y puesta a disposición militar bajo el Gobierno de Adolfo Suárez. Se convirtió así en la única película española censurada durante la democracia, y no pudo ser estrenada hasta 1981. Pilar Miró puso a la misma justicia bajo tortura de su pulso cinematográfico y provocó que entendiéramos esa parte de la interpretación de la ley que cuando falla hace imposible la redención de un inocente. Sin embargo, sujeta a esa misma realidad de los hechos. la cineasta dejó que al final, los vértices de esta triste historia confluyeran en mitad de ese pueblo conquense, bajo un abrazo imposible entre los hombres que fueron las verdaderas víctimas de un crimen que nunca se cometió.


 

 

 

EL GRAN DICTADOR

 

 

 

El gran dictador, uno de los clásicos básicos del gran Charles Chaplin se estrenaba en Nueva York, esa certera sátira contra el totalitarismo cuando todavía pocos eran los que al otro del océano veían a Hitler y al nazismo como la gran amenaza que en realidad suponía para la democracia y la libertad. La historia del barbero judío que, gracias a su gran parecido físico con el dictador de Tomania se verá metido el hilarantes y esperpénticas situaciones sirven al genial Charlot, productor, director, protagonista y guionista de la cinta, para denunciar la sinrazón del nazismo en particular, y de las vilezas del mundo en general. Extraños paralelismos entre Chaplin y Hitler que van más allá del bigote, el ninguneo al que fue sometida por la Academia de Hollywood o la implacable censura que sufrió la película en España son algunos de los temas que protagonizan las curiosidades que he rescatado para celebrar los 79 años de «El gran dictador», la primera película en la que Chaplin habló... para gritar contra el fascismo: - Chaplin también consideró protagonizar una biografía de Napoleón, un proyecto que le había interesado de forma intermitente desde la época del cine mudo.- El idioma que emplea Hinkel en sus discursos no es alemán sino una jerga improvisada por Chaplin.- El gran dictador fue prohibida en España hasta la muerte de Franco en 1975. - Un fugitivo de la Alemania de Hitler, que había trabajado en el Ministerio de Cultura, dijo a Chaplin que Hitler hizo traer una copia de la película y la vio dos veces en privado. Chaplin siempre comentó que «hubiera dado cualquier cosa por saber lo que dijo Hitler cuando la vio...».  Las películas de Charlie Chaplin ya fueron prohibidas en la Alemania nazi debido a la creencia errónea de que era judío. Después de estudiar a Hitler ampliamente, Chaplin lo declaró uno de los más grandes actores que había visto nunca.  Cuando la película comenzó a producirse en 1937, casi nadie pensaba que el nazismo fuera una amenaza y se convirtió en la primera película sátira anti-nazi.- Fue el primer film totalmente sonoro de Chaplin.

 

 

 

LA CAÍDA DE LOS DIOSES

 

 

 

 

La caduta degli Dei "LA CAÍDA DE LOS DIOSES", del genial y admirado Luchino Visconti, se estrenó en España varios años después de su filmación....Si un film reúne los factores para que la censura española se cebase a gusto es esta...Se ha escrito mucho sobre ella, personalmente la considero una obra maestra, un lucimientos actoral extraordinario y un alarde exquisito de un hombre que creo un estilo que aún hoy en día ningún viento del infierno podrá llevarse jamás. Cuando entre 15 y 20 años después veo películas que me marcaron de joven, a veces ciertos mitos se me caen del pedestal. No ha ocurrido con La caída de los dioses, aunque sí la he podido colocar en su sitio. Es propio de Visconti y de la época (incluso adelantándose a esa época) ciertos afectamientos en algunos diálogos y la utilización de la música, el deseo de ser escandaloso, pero La caída de los dioses sigue contando de forma excelsa la evolución en los años 1933 y 34 de lo que fue el ascenso al poder del Partido Nazi, y en particular de las SS; y lo hace a través de la historia de una empresa siderúrgica familiar y de cada uno de sus componentes, como si se tratara de un fresco donde se delinean los diferentes protagonistas de la época: las SS, las SA, los empresarios conservadores que en principio se consideraban neutrales, los opositores perseguidos, los advenedizos sin escrúpulos borrachos de poder, los perversos y crueles que siempre sacan partido por su perversidad y crueldad en tiempos revueltos. El preciosismo  de Visconti goza aquí de su máximo desenfreno en las cenas del castillo familiar y en el papel de débil y neurasténico que protagoniza Berger, personaje excesivo tratado como una venganza personal de Visconti contra el nazismo, pedofilia e incesto incluidos. La última fase de la película pierde parte de su "realismo" de ficción dentro de la historia y se introduce en una especie de historia alucinógena; pero donde otros encuentran pérdida yo encuentro acierto al ser ese casi surrealismo una metáfora de la locura sin tasa del propio nazismo En suma, Visconti a tope en una historia necesaria contada con tintes shakespearianos; quizá mejor, claro, pero ¿Shakespeare habría perdido la ocasión de contar la degenerada lucha por el poder supremo del "hombre nuevo" alemán?...Obra de culto, recomendadísima y todo un film tejido con hilos de oro para disfrute de los que amamos el buen cine.

 

 

 

 

EL TEXTO QUE DETALLO A CONTINUACIÓN PERTENECE AL ESCRITOR

SANTI OCHOA

 

De 1930 a 1980, fué el medio siglo excepcional de la historia del cine español. España era durante la Dictadura el país con más salas de cine del mundo, Madrid llegó a tener más de 200 a la vez; estaban en todos los barrios, muchos con capacidad para miles de personas. El cine siempre terminaba por llegar a todos los rincones del país siendo, para la mayoría de la gente, su única forma de cultura. El cine era una punta de lanza para conseguir más libertad, la sociedad se dividía con su opinión frente a estas películas, al igual que las fuerzas políticas o el Gobierno pues los escándalos de algunos estrenos motivaron verdaderas batallas que acababan con la dimisión de algún ministro. Estas películas ayudaron decisivamente a acabar con alguno de las peores aspectos de la dictadura y también a conseguir antes nuevos derechos civiles. La desaparición de la censura y de las propias salas de cine, y la forma individualizada de ver las películas, la convierte en una época irrepetible

Películas hechas contra el Poder, contra la República, contra la Guerra Civil, contra la represión franquista, contra el Hambre y el Estraperlo, contra la Iglesia, contra Franco, contra la Falange, contra la Guardia Civil, contra la Pena de Muerte, contra la Familia y el Patriarcado. De una forma u otra todas sufrieron robos, sabotajes, incendios, desplantes, descalificaciones, protestas, provocaciones, amenazas, obstáculos, prohibiciones, inhabilitaciones, secuestros, juicios penales y militares, excomuniones, exilios, enfrentamientos, agresiones y cargas de la policía. Muchas de éstas películas llegaron a ser lo que fueron gracias a los Festivales de Cine de Cannes, Venecia y Berlín que, cuando participaban, seguían prohibidas o secuestradas en España. Los directores burlaban la censura con la inteligencia; para muchos de ellos fue su caldo de cultivo natural y para algunos fue bajo su presencia, y no después, cuando hicieron sus mejores películas. No se consideran las prohibidas directamente por la Censura, las ya censuradas, pues suprimidas las escenas que consideraban peligrosas, su estreno no suponía escándalo alguno o las que, cuando lo hicieron después de Franco, se vieron con total normalidad. Tampoco las películas provocadoras que causaron impacto en la cultura o las costumbres. No puedo detallar las numerosas citas, pero consultando de Internet, se pueden encontrar gratis algunas que a continuación detallo.
 

GILDA
 

 

Su estreno en 1947 en Madrid fue el primer escándalo cinematográfico del franquismo. Interpretada por Rita Hayworth, uno de los mitos eróticos de la época junto con Marilyn Monroe y Ava Gardner. Rita protagoniza dos escenas míticas: primero una sugerente interpretación de la canción “Échale la culpa a Mame” seguida de un striptease tan explosivo como breve...solo se quita un guante.... y después la bofetada de Glenn Ford, su pareja en el film, aunque en una escena previa ella le había abofeteado a él. La película la hizo tan famosa que su imagen aparecía en la primera de las bombas atómicas que se habían tirado el año anterior en el atolón de las islas Bikini y que dieron nombre al bañador de dos piezas, pues se pensaba que su uso iba a ser “más explosivo que la bomba”. Incluso se enterró en la cordillera de los Andes una copia de la película para que se conservase en caso de un desastre nuclear. En Madrid, aunque no llegó a prohibirse, la película causó gran escándalo. En el estreno se tiró un tintero lleno a la pantalla y el diario falangista El Alcázar titulaba al día siguiente “la multitud, indignada, entona el Cara al Sol frente al cartel de Gilda”. Fue considerada “gravemente peligrosa” por la Iglesia Católica que así la clasificó. Decía que era la más descarnada muestra de inmoralidad proyectada desde el 1 de abril de 1939 en las pantallas españolas, exigiendo que se tomaran medidas implacables contra la película. Según relató nuestra Sara Montiel: “A las chicas de 14 y 15 años nos decían que no la viésemos porque iríamos al infierno”. El obispo de Canarias amenazó con excomulgar a todos los que la viesen; no era de extrañar, pues antes ya había amenazado igualmente a los curas que iban a ver partidos de fútbol. También organizó que se repartieran panfletos en las puertas de los cines, lo que hacía que el morbo fuera en aumento, con la consiguiente decepción, pues Rita lo único que se quitaba era ¡un guante!, escena que los cinéfilos recordaremos siempre como una de las más eróticas del cine. El arzobispo de Granada prohibió proyectarla a los empresarios, a los fieles presenciarla y a los confesores negarles la absolución. Su estreno en Málaga al año siguiente causó incidentes con lanzamiento de tinteros contra las taquillas y puertas del cine. Estuvo prohibida durante cinco meses al cabo de los cuales se volvió a estrenar sin mayores consecuencias.
 

VIRIDIANA

 


Luis Buñuel, exiliado en México tras el fin de la Guerra Civil, decidió rodar esta película en España, motivo por el que fue duramente criticado por los republicanos españoles en el exilio. La censura española aprobó el guión y autorizó su rodaje porque se presentó una copia sin sonorizar y sin los dos planos más conflictivos: el crucifijo-navaja y la escena de Lola Gaos subiéndose las faldas. Antes de salir para el festival de Cannes donde se presentaba ese mismo año, fue vista en España por las autoridades correspondientes. La película presentada como española, recibió la Palma de Oro, máximo galardón, lo que provocó en España un escándalo considerable y fue inmediatamente prohibida por el Gobierno y destituido el Director General de Cinematografía por haber subido al escenario a recoger el premio. En Italia, a causa de un artículo muy hostil aparecido en el periódico del Vaticano “L’ Observatore Romano”, cuando se estrenó en Milán, fue secuestrada y se inició un procedimiento criminal contra Buñuel con la amenaza de un año de cárcel si ponía los pies en el país. Vittorio de Sica vio la película en México y salió de la sala horrorizado. En París, se exhibía con un cartel que decía: “El director cinematográfico más cruel del mundo.” En 1962 se presenta a la censura para su exhibición en nuestro país, pero fue igualmente prohibida aunque se habían cortado algunos planos como el de la corona de espinas ardiendo, cambiado el diálogo de varias secuencias y el final original de la cinta. Buñuel, obediente, propuso un final diferente en el que una partida de cartas se convirtió en una muy sutil referencia a un trío sexual que terminó siendo más pernicioso que el primero y que fue aceptado por el censor jefe en aquella época, quien conocía perfectamente las intenciones de Buñuel e incluso había alabado el homenaje que hacia el final de “Viridiana”. Aprovechando la oportunidad de la creación en España de las salas de “Arte y Ensayo”, la presentó en 1968 y fue prohibida de nuevo. Volvió a hacerlo al año siguiente con un metraje más reducido pero la Comisión de Censura, se vuelve a ratificar en su decisión. El que la película estuviera rigurosamente prohibida en España durante 16 años no quiere decir que no pudiera verse, ya que en Madrid y Barcelona se proyectaba clandestinamente con cierta frecuencia en las Embajadas e Instituciones que poseían proyector. Se accedía a la sesión mediante un “santo y seña” que se facilitaba previamente por teléfono a los asistentes para eludir a la policía. También el operador de la película José Fernández Aguayo proyectaba de vez en cuando en secreto en su casa, una copia en 16 mm. Al final la película se estrenó completa sin problemas en Madrid en 1977.


EL VERDUGO

 


Azcona se inspiró para escribir el guión en la última mujer ajusticiada a garrote vil en España cuatro años antes. El verdugo se negó a ejecutarla, por lo que hubo que emborracharlo y llevarlo a rastras hasta el patíbulo. Estrenada en septiembre de 1963 en el Festival de Cine de Venecia, fue galardonada con el Premio de la Crítica Internacional, lo que provocó en España un escándalo gigantesco. El embajador español en Roma fue el primero en darse cuenta de la torpeza que había tenido la censura que, tras unos cortes previos, consideró la película como “inofensiva y sin peligro a nivel ideológico” y no logró neutralizar la carga subversiva de una España mísera, triste y amordazada y denunciaba a esta comedia como una “maniobra de la propaganda comunista y anarquista” y a su director como “compañero de viaje de los comunistas”; el mismo Franco tildó a Berlanga de “mal español”. Pero un suceso inesperado convirtió la película en un alegato contra la pena de muerte: dos semanas antes del estreno se ejecutó a garrote vil a dos acusados de poner dos bombas en Madrid que solo causaron heridos. Un asesinato legal de la dictadura ya que, 33 años después, los verdaderos autores se autoinculparon públicamente en Francia de los hechos. Llovía sobre mojado, pues ese mismo año el comunista y policía como su padre, Julián Grimau, quien participó activamente en la represión contra los anarquistas en Barcelona, fue condenado en Consejo de Guerra por hechos acaecidos en la Guerra Civil. Fue el primer gran escándalo del franquismo en el extranjero, con una campaña en la que pidieron inútilmente el indulto de Grimau a Franco, desde el jefe de estado ruso Khrushchev hasta el Papa. Franco tuvo que adelantar su ejecución unos días para que no le amparara la entrada en vigor del reciente creado Tribunal de Orden Público. Su fusilamiento en el cuartel militar de Campamento fue un auténtico drama; la Guardia Civil se negó y el Capitán General de Madrid rehusó que su ejecución la hicieran militares de carrera; tuvo que ser el propio Franco quien diera la orden de que fueran jóvenes reclutas que asustados y sin experiencia, dispararon 27 balas sin conseguirlo; un teniente tuvo que rematarlo y acabó sus días en un psiquiátrico. Sólo hubo un borrón al gran éxito internacional de “El Verdugo” y fue el del “inteligente” y sobrevalorado crítico de cine francés Robert Benayoun quien calificó la película de ultra franquista. El humor negro tan español de las películas de Berlanga no ha seducido nunca, ni antes ni después de “El Verdugo”, a la intelectualizada cultura francesa que prefería, con mucho, al serio e ideológico J. A. Bardem. La película fue maltratada por los exhibidores que suprimieron los ruidos del maletín con los hierros del garrote y algunas alusiones a la religión y no estuvo en cartelera todo el tiempo que le correspondía. El éxito le valió a su director un purgatorio de 4 años, pues tuvo que esperar hasta 1967 para hacer cine de nuevo en España.



LA PRIMA ANGÉLICA

 



Esta película representó oficialmente a España en el Festival de Cannes de 1974, recibiendo el Premio Especial del Jurado, hecho que muchos consideraron una conspiración contra el honor de España, de la censura y del sistema español. Saura trataba de contribuir con sus películas al cambio social y político del país y lo hacía, como muchas de sus películas de esa época, de manera metafórica como forma de protegerse ante la censura. La película narra un viaje de la memoria entre1937 y 1973, donde, entre líneas, la familia representaba al país y la niña o sea, la prima Angélica, a la España republicana. Se golpeaba así los pilares básicos del aparato ideológico del régimen: la Iglesia castradora, el autoritarismo de la familia patriarcal, el sexo y la política. Uno de los trucos para despistar a la censura franquista en películas comprometidas era recurrir a actores muy comerciales, como ya hicieran Bardem con Lucía Bosé en “Muerte de un ciclista” y Berlanga con Nino Manfredi en “El Verdugo”. Se pensó que algunos censores se relajarían al ver a José Luis López Vázquez en el personaje principal. El productor Querejeta fue presionado hasta lo indecible para que quitara las escenas en la que un personaje aparece siempre con el brazo escayolado en alto en forma del saludo fascista, pero su negativa rotunda acabó con una crisis de gobierno, con el cese de los ministros de Información y Turismo y de Hacienda. Al final, tras infinidad de retrasos y amenazas, la censura acepta con reparos la película. Su carrera comercial no fue un camino de rosas. Aunque nunca fue prohibida formalmente, la prensa más conservadora provocó que en Madrid el escándalo fuera mayúsculo, aumentando así la curiosidad en torno a la película. En un ambiente de ataques a Galerías de Arte y librerías progresistas, la película fue objeto de numerosos actos vandálicos de la ultraderecha, con robos de rollos de la película y bandas de defensores y detractores que se manifestaban dentro y fuera de los cines, aplaudiendo y abucheando cada una de sus escenas. El cine Balmes de Barcelona fue atacado con bombas incendiarias. A partir de entonces y a pesar de colgar en cada sesión el cartel de “localidades agotadas”, el miedo de los exhibidores hizo que dejara de proyectarse y durante cierto tiempo se suspendió la distribución nacional de la película. A pesar del clima de hostilidad que la rodeaba, “La prima Angélica” fue al final el primer éxito de taquilla formidable de Querejeta y de Saura. La polémica en España sólo incrementó el interés del público extranjero que, gracias a su difusión en los principales festivales internacionales, logró presentar una imagen alternativa de España, mostrando la existencia de un cine de calidad, opositor al régimen y alejado de los estereotipos característicos del
cine franquista.

 



CANCIONES PARA DESPUÉS DE UNA GUERRA

 



Este film es un documental con imágenes y canciones de los dos bandos de la Guerra Civil y la posguerra españolas, ideada después de un viaje en coche de su director con Carmen Martín Gaite cuando cantaban viejas letras de Concha Piquer. Fue aprobada por la censura ese mismo año tras aceptar Patino 27 de los 43 cortes exigidos, pero cuando la vieron los responsables del Festival de San Sebastián la rechazaron indignados, alertando a las autoridades. El vicepresidente del gobierno Carrero Blanco nombró una Comisión Especial de funcionarios, obispos y militares, que dictaminó que la película era “malintencionada y corrosiva” y sentenció la prohibición fulminante de exhibición que se mantuvo durante los seis gobiernos que hubo hasta que fue estrenada en nov.1976, un año después de la muerte de Franco. El diario falangista “El Alcázar” la denunció violentamente, calificando a su autor de “adulto encogido, agonizante y llorón”. Su exhibición en Madrid fue tensa desde el principio y al mes y medio del estreno hubo graves incidentes en el descanso de la proyección al pronunciar tres jefes de Falange una arenga en el escenario, que fue interrumpida por gritos de espectadores disconformes, surgiendo también gritos de apoyo, a la vez que se lanzaban octavillas desde el entresuelo y se colocaba en el patio de butacas una pancarta de diez metros de largo con el yugo y las flechas. Durante días hubo alborotadores de extrema derecha con barras de hierro esperando en la acera de enfrente la salida de los espectadores, pero la gente empezaba a sacudirse el miedo y estuvo cuatro meses de exhibición a cine lleno. El escándalo dividió profundamente a la sociedad española tras la muerte de Franco, de forma parecida al que produjo ese mismo año en Francia la película “Cantos de la ocupación”, de Halimi, incapaces de soportar 33 años después la visión de su vida cotidiana con los nazis en la segunda Guerra Mundial. Tan sonada fue la bronca en España de “Canciones para después de una guerra”, que cuando la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de los Ángeles solicitó una copia a la Dirección General de Cine para exhibirla en EEUU, contestaron que esa película “no había existido nunca”. Que una película con autorización ya establecida, con subvenciones y calificación destacada, en un arranque de Carrero se determine que hay que destruirla, ejemplifica la arbitrariedad del régimen, Es un ejemplo supremo de cómo el arbitrismo y la violencia de la dictadura aún funcionaba en 1971. Y a raíz de eso, el director decide irse de los caminos del régimen y entra en la clandestinidad con sus dos siguientes películas: “Queridísimos Verdugos” y “Caudillo”. Fue tan grande el daño que “Canciones… hizo al régimen, que en 1975 encargó al director fascista Eduardo Manzanos Brochero una contra-película, “Canciones de nuestra vida”, en respuesta a la obra maestra de Basilio Martín Patino. En definitiva, una película irónica, amarga, entrañable e imprescindible en nuestro cine, que debería ser obligatoria su exhibición en las escuelas a modo de exorcismo de nuestro pasado. Desde 2008 “Canciones para después de una guerra” se proyecta ininterrumpidamente en el Centro de Arte Reina Sofía, en una de las salas dedicadas al Guernica.

 



El doblaje, además del falseamiento de las voces originales, comportó en muchos casos otro falseamiento por alteración de los contenidos a través de una manipulación del guión para modificar determinadas situaciones que la censura no podía permitir: por ejemplo, en la película Arco de Triunfo de Lewis Milestone, hay una escena en que Ingrid Bergman es preguntada sobre su amante, un hombre con el que mantenía unas relaciones que hoy día fácilmente podríamos calificar de “inapropiadas”: ¿Es su marido?, ella negaba con la cabeza al mismo tiempo que de sus labios salía un claro y rotundo “Si”. Los españoles no debían ver en la pantalla la existencia de una relación de este tipo entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio. La censura había ido desapareciendo de todos los países europeos varios años antes que en España, permitiéndose en ellos la proyección de todo tipo de contenidos, incluidos los pornográficos y los políticos de cualquier signo. Esta circunstancia provocó que un aluvión de gente con coche se presentara en las localidades francesas cercanas a la frontera, en donde se organizaban verdaderos maratones cinematográficos eróticos e incluso en algunos casos pornográficos, que se ofrecían a bajo precio a los españoles, algunos de los cuales eran capaces de meterse entre pecho y espalda sesiones de más de diez horas. Aunque se prohibió en España cualquier tipo de publicidad de estas películas, ello no fue óbice para que su difusión, que se hacía boca a boca, y la asistencia de los españoles a estas sesiones eróticas fuera en aumento de forma progresiva. El momento cumbre de estas peregrinaciones cinematográficas se produjo en el año 1973 con ocasión de la proyección de El último tango en París, que llegó a exhibirse con subtítulos en castellano en atención a los españoles, que eran los mejores clientes de las salas de cine francesas cercanas a la frontera, en los primeros seis meses de 1973 vieron la película ciento once mil personas sólo en Perpiñán, ciudad que apenas cuenta con cien mil habitantes, provocando seguramente más de un empacho con la mantequilla de dentro y fuera de la película. El ultimo Tango no era solo una película con escenas de un erotismo provocador, es un gran film, una obra de culto donde Marlon Brando demostró vivir su papel de Paúl al cien por cien... llegando a decir que después de El Padrino y Un Tranvía llamado deseo, era la película en la que mas había trabajado un personaje tan profundo y complicado.

 

 

 

 

Para el censor, el pueblo español, o bien era el más delicado del universo ya que se le negaba la visión de películas que eran vistas en los países vecinos sin que en ellos se produjesen protestas ni escándalos ni apareciese un deterioro de la convivencia social ni del orden público, o bien se le tenía y trataba como un menor de edad. El censor, sin embargo, vive alarmado creyendo por ejemplo que la visión de la Dolce vita de Fellini o de La grande bouffe de Ferreri, pueda lanzar a sus espectadores hacia la lujuria, la corrupción o la gula desenfrenada. En el énfasis que ponía el censor sobre los temas sexuales estaba su determinación por conseguir una sociedad más decente, libre de adulterios, homosexualidad, incestos, abortos, proxenetas…La censura cinematográfica es parte de esa gran ilusión de arreglar el mundo con hechos y normas simples y radicales cuando los problemas existentes son de gran complejidad. La prueba de la inutilidad del censor vendría dada por la experiencia:  No hubo más adulterios en ciudades donde se proyectó Cronaca di un amore, de Antonioni, ni más homosexuales donde se haya visto Los chicos de la banda, de Friedkin, ni se ha desatado ninguna revolución ante Etat de siège, de Costa Gavras, ni han crecido en número los comunistas en donde se haya visto Acorazado Potemkin, de Eisenstein, ni un largo etcétera de películas con las más variadas y extrañas propuestas. Pero es que además de inútil e ineficaz, la labor del censor es contraproducente ya que con la censura se produce una expectación ante una película prohibida que la hace más atractiva y buscada y hay que pensar que siempre puede ser vista en lugares donde esa censura no esté vigente. Si bien durante los primeros años de la dictadura la homosexualidad no pareció ser una preocupación prioritaria del régimen, ocupado como estaba de aniquilar cualquier disidencia ideológica, no es menos cierto que ya se utilizaba la figura del escándalo público, recogida en el artículo 431 del Código Penal, para condenar las prácticas homosexuales. No obstante, no considerando suficiente este instrumento, en el año 1954 se modifica la Ley de Vagos y Maleantes para incluir, entre otros supuestos, a los homosexuales al entenderse que ofenden la sana moral de nuestro país por el agravio que acusan al acervo de buenas costumbres, fielmente mantenido en la sociedad española, según reza la exposición inicial de la reforma. Las medidas adoptadas en esta Ley, según la misma , no son propiamente penas, sino medidas de seguridad con finalidad preventiva, cuya finalidad es proteger y reformar.

 

 

 

 




 

La tramitación de la Ley de Peligrosidad Social tuvo amplia repercusión en la prensa del régimen. Ya en la portada de El Eco de Canarias del 11 de octubre de 1969 el titular más destacado rezaba: El Consejo de Ministros ha pasado a las Cortes el proyecto Ley de Peligrosidad Social.(Reforma la de vagos y maleantes). En el interior, el artículo resaltaba que la nueva ley no consistía en “ un nuevo ordenamiento de los estados peligrosos, sino meramente en edición actualizada de la ley de 4 de agosto de 1933. Según el artículo “ se aspira a sustituir el título de “Vagos y Maleantes” por el más cabal, menos vejatorio y más concretamente comprensivo de diversas conductas como era “ Peligrosidad Social”. Asimismo aspiraba la ley a “dotar al sistema de efectividad, evitando que las medidas de seguridad se conviertan en penas privativas de libertad y que se frustren el propósito ellas”. España, según Franco y su sequito innumerable de censores, querían dejar constancia con la ley de "Peligrosidad Social", que todo se estaba reformando... España era un país de machos, donde no había lugar para la ambigüedad.

 


Llevo muchos años escribiendo comentarios de cine, biografías, artículos de investigación, criticas de cine.... pero os doy mi palabra que jamás me ha costado llevar a cabo un articulo como éste, ha sido duro, documentadísimo, creo que fiel... Pero lo que siento es que muchos títulos se han quedado en el tintero... !!! os pido disculpas !!!

 

 


La muerte del dictador en 1975 y la aprobación, de la Constitución española permitieron la reforma de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, por ser incompatible con los principios democráticos. Esta ley se modificó en 1978, mediante una reforma legal en la que se eliminaron varios artículos de la misma, entre ellos, por poner un ejemplo, los que hacían referencia a la homosexualidad y ello asesinó de una vez para siempre la corrosiva censura española de la etapa Franquista.